lunes, 31 de diciembre de 2007

LOS HABITANTES INTERIORES


LOS “HABITANTES” INTERIORES


Existe un truco para reunirse con los habitantes de adentro y lograr que hablen de cómo ven las cosas desde el otro lado.


Es necesario entretenerse a solas, en silencio, y fingir que no te enteras de cómo van avanzando las horas a fin de pulverizar la gravedad del tiempo. Son, en cierto modo, ejercicios de precalentamiento para alcanzar el dulce espacio donde los compromisos no pesan porque ya se ha transgredido la sensatez horaria y las ambiciones se reducen a un programa de actos más vacío que el de una fiesta mayor en el desierto.

Así de lejos y así de cerca de uno mism@, se consigue que tomen asiento e informen de ciertos desórdenes que se deban corregir porque desde adentro se conoce mejor que desde afuera cómo trabaja el estómago y qué reivindican los sentimientos.

Esos habitantes son dispares como esos surtidos de galletas variadas que para saber si están rellenas las muerdes, y si no aciertas, las arrinconas con disimulo. Faltarán algunos por reconocer, pero ya habremos identificado varias procedencias.


Los ángeles son los más importantes, uno cree tener uno, quizá pronto dos; luego están los recuerdos intactos como en una fotografía; también hay dos rostros amados y temidos, ecos que retumban, mensajes ineludibles, escudos contra el dolor, timbres de felicidad, claves para sobrevivir, musas distinguidas y, además de otros, señales de clarividencia.

Cuando acuden, conforman un curioso coro que la gente denomina “la voz de la conciencia “o el “yo interior “. A veces pueden ser pensamientos ajenos que se han aposentado en nuestra memoria, en nuestra duda y en nuestros deseos.

Entran y salen con libertad. No es necesario que llamen, ni tan siquiera que saluden o se despidan. Los que deciden quedarse a veces te ensordecen y te incomodan aunque también te reconfortan. Incluso cuando te persiguen los fantasmas sin sábana y te hacen sombra para que abandones, percibes como una caricia en el pelo, tan placentera que te sientes dentro de una burbuja y nada temes.

Habrá momentos que hayamos llegado a confesar que en alguna ocasión los hemos mandado a paseo y sido descorteses con ellos porque una tormenta de contrariedades se agita en el interior y en lugar de buscar el sol, te recreas con los truenos. Si se ha ido la luz y la oscuridad te asusta, aparecen en forma de luna llena, y ya ves claro.

Esos habitantes de adentro suelen darnos ideas hermosas como la de detenernos ante fragmentos que de tan cotidianos se desentienden de la mirada. Hablan poco y bien, tercos como esos viejos sabios que conocen el lenguaje, el silencio y el peso de cada alma pero que ninguna cadena de televisión ha podido contratarlos porque ellos no se dejan seducir por la fama o el dinero.

Tenemos muy claro que no podemos perderlos porque incluso la soledad perderíamos. Por eso se los invita a reunirnos sin orden del día y con el pensamiento deseoso por llegar a destinos desconocidos que, como las ciudades, el salón de casa y las islas, existen desde hace mucho. Sólo cuando los contemplas desde tus ojos en los suyos sientes la grandeza del descubrimiento.













1 comentario:

Belén dijo...

Holas !!!!
mujer que me has hecho recordar
mira que eso de la caricia que te hace bn
pues ha sido asi cuando no me sentia muy bny bueno cuando eso pasa suelo padecer de insomnio asi que le he pedido eso y me ha ayudado tanto sentir sus manos !!!